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Reino Unido aprueba ley que permite apropiarse de contenidos en internet no registrados

En ocasiones el copyright es utilizado por las compañías como arma para perjudicar la competencia

Sergio Figueroa

Reino Unido ha establecido un nuevo marco sobre derechos de propiedad intelectual que refuerza a quien paga por el registro y deja indefenso a quien expone sus obras sin haber realizado previamente el trabajo burocrático. Cualquier puede explotar comercialmente un fotografía o un libro si no está correctamente identificado, tras seguir tres pasos.

La Enterprise and Regulatory Reform Act (ERR) ha recibido la firma real, por tanto queda listo el terreno para las nuevas leyes que pongan en marcha medidas concretas y reformas de la legislación actual. No sin recibir contestación por diversos colectivos profesionales, aunque también afecta a cualquier usuario amateur.

Uno de los puntos concretos y el más polémico por las consecuencias que puede tener dentro y fuera del país es el de la comercialización colectiva de los “trabajos huérfanos”. Se definen como tales cualquier material como un libro, un dibujo, una canción o un libro susceptibles de ser propiedad de alguien pero que no tienen un autor conocido. El acta recién firmada abre la puerta a la explotación comercial de cualquier creación que no haya sido registrada por su autor.

Las implicaciones comerciales parecen claras, por eso desde The Register se acusa al gobierno de cesión ante la presión de las corporaciones estadounidenses de Internet. A partir de este momento cualquier compañía puede comerciar, por ejemplo, con fotografías que circulen por Google Imágenes y cuya autoría no aparece directamente sobre ella.

Hay una única exigencia para el comerciante, señala el diario británico: que quien vaya a hacer el uso realice una “búsqueda diligente” antes de hacer negocio con el trabajo huérfano recogido de cualquier parte, que debe recibir la aprobación de un organismo independiente. En última instancia, el acta habla de la posibilidad de cobrar una “tarifa de mercado” por si después apareciese la persona y reclamase su autoría.

La Asociación de fotógrafos de prensa británicos (BPPA por sus siglas en inglés) denuncia que hay una gran diferencia entre los viejos materiales olvidados y “los millones de huérfanos que se siguen creando cada día”, así como la facilidad que existe para eliminar cualquier crédito de su trabajo y comenzar a distribuirlo. Dada la laxitud de la norma, The Register especula con la posible creación de una industria de la apropiación del contenido que se dedique a apropiarse del trabajo ajeno para su reventa.

Esta situación recuerda a la batalla entre Instagram y sus usuarios, cuando un cambio en los términos de uso abría la puerta a la comercialización de las fotografías de los particulares por parte de la red de empresas asociada a este servicio propiedad de Facebook.

Queda reforzado, sin embargo, el trabajo que sí pasa por las oficinas de registros y patentes británicas. Por ejemplo, se amplía la propiedad del trabajo de diseño a 70 años tras la muerte del autor. Incita, por tanto, a que cualquier usuario siga el procedimiento de registro, con sus costes en tiempo y dinero, aunque no vaya a sacar un beneficio comercial, por mera protección de su obra.

Por otra parte, el acta aumenta los poderes del Business Secretary, el equivalente al Ministro español de Industria y Comercio, para crear excepciones en la regulación de derechos de propiedad, incluso contraviniendo la propia legislación sobre copyright. La inclusión de esta normativa avanzaría bajo esta disposición.

Queda por comprobar cómo va a afectar la Enterprise and Regulatory Reform Act a la relación entre Reino Unido y el resto de los estados, y qué tipo de legislación se aplicará con el material que circula por la red con procedencia de fuera de las islas. Un avance en la dirección opuesta a la copyleft, que pide libertad de materiales con pleno reconocimiento y, en general, sin abuso comercial.

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