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Revista de prensa

La reseña de la prensa francesa del 20 de octubre de 2014

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Las declaraciones de la socialista Martine Aubry contra la política económica del gobierno de François Hollande, la impopularidad creciente del presidente francés y el fin del sínodo sobre la familia, son noticias que destaca la prensa francesa de hoy.

“La revoltosa” es el zarzuelero titular de portada de Libération, haciendo referencia a la alcaldesa de Lille -la socialista Martine Aubry- quien se ha mostrado más que crítica sobre la línea económica del gobierno, sugiriendo una política alternativa al social-liberalismo de Hollande. El que Aubry salte a la palestra es más bien una buena noticia, considera Laurent Joffrin en el editorial de Libération. Hasta ahora había sido solo la estatua del comendador perdida en las brumas del norte de Francia. Ahora se ha convertido en jefa de la oposición interior de la izquierda, levantando el estandarte social-demócrata, vilipendiado desde hace tiempo en el Partido Socialista. La derecha y buena parte de los comentaristas señalarán con el dedo la división, el cisma, la guerra en la izquierda. Se equivocan una vez más, considera el editorialista. En primer lugar, porque las proposiciones de la alcaldesa de Lille merecen un examen serio. Estas se apoyan en una doble constatación evidente: desde hace dos años la política del gobierno no produce resultados tangibles; la austeridad presupuestaria y monetaria impuesta por Bruselas a todo el continente han acabado con el crecimiento y aumentado el desempleo masivo que mina Europa. Es perfectamente legítimo en estas condiciones, concluye Libération, buscar medidas alternativas, ocuparse de la demanda al mismo tiempo que de la oferta o reclamar una verdadera reforma fiscal.

Sobre todo cuando la popularidad de François Hollande se hunde, según un sondeo realizado a medio mandato que publica hoy el conservador Le Figaro... “Hollande y los franceses: el rechazo”, es el contundente titular de portada de este diario conservador en la que apunta que dos años y medio después de su llegada al Eliseo, se ha consumado la ruptura entre le presidente de la República y la opinión, incluso entre sus propias filas: setenta y cuatro por ciento de electores se muestran descontentos por su acción y ochenta y seis por ciento de franceses no quieren que sea candidato a un segundo mandato. Durante su última rueda de prensa, escribe Paul-Henri du Limbert en el editorial de Le Figaro, François Hollande consagró mucho tiempo a explicar cuán difícil era su tarea. Podemos creerlo, pero lo que no entendemos, añade el editorialista, es que el jefe del Estado se haya complicado tanto la tarea para abordar la segunda mitad de su mandato en un estado de debilidad nunca visto en un presidente de la Quinta República. Incluso nos preguntamos si podrá llegar hasta el final de su mandato. Todo sería más fácil, concluye Le Figaro, si François Hollande no hubiera cedido a la demagogia en su campaña electoral. Hubiera bastado decir que un gran peligro amenazaba la casa Francia y que la crisis exigía respuestas urgentes y reformas dolorosas.

Reformas dolorosas que no han sido aceptadas por el sínodo de obispos dedicado a la familia, escribe en Libération Bernardette Sauvaget. El sínodo de obispos ha calmado los ardores reformadores del papa Francisco concernientes a las más controvertidas cuestiones relacionadas con la familia: el acceso a los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar, el reconocimiento de las uniones de hecho o el modo de vida de los homosexuales. El Santo Padre decidirá él mismo sobre este asunto a finales de dos mil quince. Hasta entonces un vasto debate se abre en la Iglesia. Para la periodista de Libération, lo que acaba de pasar en Roma es sólo una etapa. Y sobre todo ha lanzado con gran pompa el debate. Para ello las parroquias y los fieles católicos van a tener que dar también su opinión a través de un cuestionario que será difundido próximamente por el Vaticano. La habilidad de Bergoglio está ahí, en este llamamiento al pueblo contra una jerarquía más bien reticente. Con astucia, concluye Libération, los tres párrafos del mensaje final, “retocados” entre comillas, por el sínodo -que abordaban las cuestiones más polémicas- han sido hechos públicos.
 

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