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Netanyahu salva el Gobierno de Israel con el apoyo de un ministro clave

El nacionalista Bennett se pone a las órdenes del primer ministro y aleja un adelanto electoral

Juan Carlos Sanz
El ministro de Educación de Israel, Naftali Bennett, en su comparecencia junto a la ministra de Justicia, Ayelet Shaked.
El ministro de Educación de Israel, Naftali Bennett, en su comparecencia junto a la ministra de Justicia, Ayelet Shaked.THOMAS COEX (AFP)

Benjamín Netanyahu, de 69 años y con más de tres décadas de carrera política, ha ganado la partida. Por ahora. En contra de las amenazas de dimisión vertidas la semana pasada, el ministro de Educación y líder de la derecha nacionalista religiosa de Israel, Naftali Bennett, se ha puesto este lunes a las órdenes del primer ministro. En un inesperado giro, ha mantenido su partido —Hogar Judío (ocho diputados)— en el Gobierno a pesar de no haber recibido la estratégica cartera de Defensa, que Netanyahu se ha reservado para sí mismo.

La deriva de descomposición de la coalición gubernamental más conservadora en la historia del Estado judío se ha frenado de momento, mientras se aleja la posibilidad de unas elecciones anticipadas. Tras la dimisión, el pasado miércoles, del ministro de Defensa, el ultraconservador Avigdor Lieberman, el Gabinete cuenta con una mayoría ajustada de 61 diputados en una Kneset de 120 escaños. Israel Nuestra Casa (cinco diputados), el partido de Lieberman, se ha apresurado a presentar una moción para votar este miércoles la disolución del Paramento y forzar un adelanto electoral. De ser aprobada, los comicios se celebrarían dentro de tres meses, poniendo fin anticipado a una legislatura que teóricamente no concluye hasta noviembre del año que viene.

El paso atrás dado ahora por Bennett deja en el aire la amenaza de Lieberman, que renunció al cargo en protesta por el acuerdo de alto el fuego con Hamás –que calificó de “capitulación ante el terrorismo”– alcanzado en la última escalada bélica en la franja de Gaza. “Si el primer ministro es serio en sus intenciones, dejamos de lado todas nuestras exigencias políticas, por el momento, para ayudarle en la inmensa misión de que Israel logre la victoria de nuevo”, se justificó el dirigente de Hogar Judío.

En un mensaje televisado, Netanyahu había invocado el domingo la “compleja situación de seguridad” que vive Israel para anunciar que seguirá “trabajando por encima de intereses políticos particulares”. “Acudir ahora a las urnas sería una irresponsabilidad”, advirtió. “Estamos en medio de una campaña (militar) y uno no se retira para jugar a la política. La seguridad Nacional está por encima. No voy a revelar cuándo ni cómo vamos a actuar. Tengo un plan claro, sé lo que hay que hacer y cuándo hacerlo. Y lo llevaremos a cabo".

El jefe del Ejecutivo se reunió también el domingo con el ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, líder de la formación de centroderecha Kulanu, que cuenta con 10 escaños en la Kneset, y aliado clave para la sostenibilidad de la coalición. La cita concluyó sin un acuerdo aparente.

Dentro del pacto de partidos conservadores, ultrarreligiosos, nacionalistas y de extrema derecha que ha sostenido a Netanyahu en el poder durante más de tres años, el ultraortodoxo Aryeh Deri, líder del partido Shas (que congrega a judíos orientales y sefardíes), le había urgido a que anticipe los comicios para no generar una mayor inestabilidad durante el resto de la legislatura.

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El sonado fracaso de una operación militar encubierta en la franja de Gaza, hace ahora una semana, desató los mayores enfrentamientos armados entre el Ejército israelí y las milicias palestinas, con Hamás a la cabeza, desde la devastadora guerra de 2014. El frágil acuerdo de alto el fuego aceptado por Netanyahu después de que cayeran más de 460 proyectiles (cohetes y granadas de mortero) sobre Israel en apenas 24 horas parece haber arruinado muchos de los logros económicos y diplomáticos acumulados en la legislatura.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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