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Los contratos temporales de menos de siete días se duplican respecto al inicio de la crisis

Imagen de archivo de una camarera. En la hostelería es donde se firman más contratos de menos de 7 días.

Laura Olías / Raúl Sánchez / Ana Ordaz

El abuso del trabajo temporal es uno de los principales focos de precariedad en el mercado laboral español. El problema no es nuevo y muchos destacan que el empleo temporal ha descendido respecto a la situación previa a la crisis económica. Aunque el número de trabajadores eventuales ha disminuido respecto a 2007, la firma de contratos temporales ha aumentado. Se suscriben muchos más contratos, pero apenas duran en el tiempo: la modalidad más precaria, los contratos de menos de 7 días, se ha duplicado en la última década.

La excesiva temporalidad –porcentaje de asalariados con contrato temporal respecto al total de asalariados– se rebajó con la crisis económica. Cuando llegó la recesión, la destrucción de empleo se cebó especialmente con los trabajadores eventuales, más baratos de despedir. En el primer trimestre de 2007, casi uno de cada tres empleados tenía un contrato de duración definida (31,8%). En el primer trimestre de 2013, la tasa de temporalidad tocó fondo, con casi diez puntos menos: 21,9%,

La recuperación económica vino acompañada de la creación de empleo, pero también volvió a llegar unida a la temporalidad. La tasa comenzó a crecer de nuevo año tras año, hasta situarse en el 26,8% en el segundo trimestre de 2018, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). En 2017, España desbancó a Polonia como líder de la Unión Europea en temporalidad, con una tasa del 26,8%. La media de la UE es 14,3%.



La tasa de temporalidad, así como el número de trabajadores con contratos temporales, todavía se encuentra lejos de los niveles previos a la crisis. En la última EPA, del segundo trimestre, el número de empleados temporales era de 4.357.000 personas, un millón menos que en el mismo periodo de 2007.

Los contratos más cortos, sin freno

La firma de contratos temporales en cambio ha rebasado las cifras de 2007, como señalaba recientemente el sindicalista Carlos Castedo Garvi. Mientras que el conjunto de asalariados con este tipo de empleo continúa por debajo de los niveles precrisis, el número de contratos temporales firmados en 2017 fue un 19,3% superior al de 2007. El alza llega gracias al enorme incremento de los contratos temporales más precarios, los de cortísima duración: inferiores a los 7 días. En este caso, el aumento en 2017 es del 98,5% respecto a diez años antes.



El términos absolutos, en 2007 se suscribieron 2.805.703 contratos con una duración por debajo de la semana. En 2017, esa cifra fue de 5.570.581. La presencia del contrato inferior a los 7 días ha ido ganando terreno entre el conjunto de contratos temporales: suponían en 2007 el 17,1% y el año pasado este dato escaló hasta el 28,5%. En lo que llevamos de año, la tendencia se mantiene al alza: entre enero y julio, los contratos inferiores a una semana representan el 29,8% del total de contratos temporales.

Otra muestra de cómo se ha ido recortando la duración de los contratos firmados en España es la cifra de duración media de los contratos, que proporciona el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). En 2007 la media era de 78,55 días; en 2017, de 51,4.

Aunque las organizaciones de trabajadores advierten de que todos los sectores abusan de la contratación temporal injustificada, el de los servicios es el terreno en el que más prospera la fórmula del contrato inferior a una semana de duración. En lo que va de año, hasta julio, se suscribieron 3.457.608 contratos de este tipo, el 83,4% en el sector servicios. En la clasificación del SEPE por sectores de actividad, sobresale la hostelería, con un 33,6% de todos los contratos de menos de 7 días.

Rotación al alza: los trabajadores acumulan contratos

Una de las derivadas de este aumento del número de contratos y de su corta duración es el incremento de la rotación laboral. Los empleados se ven obligados a firmar cada vez más contratos al año. Según Comisiones Obreras, “las personas asalariadas con contrato temporal en 2006 tuvieron que firmar una media de 3,6 contratos para poder trabajar durante todo ese año. En 2017 ha sido necesario que firmen una media de 5,6”. El aumento de la rotación, indican en el sindicato, también afecta a la contratación indefinida.

El Gobierno ha señalado la excesiva temporalidad, así como los abusos con el empleo a tiempo parcial, como dos focos para su nuevo Plan Director por un Trabajo Digno. Recientemente, la Inspección de Trabajo ha enviado 22.000 advertencias a empresas por presunto fraude en la contratación en relación al empleo temporal. Los sindicatos ponen el acento en combatir este incremento de los contratos más precarios también con otras medidas más allá de la actuación inspectora.

“Una de las cuestiones importantes es que las empresas paguen más a la Seguridad Social por estos contratos de corta duración”, propone Lola Santillana, secretaria de de Empleo, Cualificación Profesional y Migraciones de Comisiones Obreras. En UGT, consideran también fundamental “modificar la legislación, para clarificar qué situaciones caben en un contrato temporal y cuáles no”, explica Isabel Araque, secretaria confederal del sindicato.

Ambas organizaciones destacan la elevada vulnerabilidad de los trabajadores con contratos tan breves, “sin acceso a la protección por desempleo y en absoluta desventaja frente los empresarios”, afirma Santillana.

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