Presos

Presos

De acuerdo a un estudio realizado por un grupo religioso que se ocupa del tema penitenciario, cerca del 75% de los reclusos de la República Dominicana vuelve a cometer delitos después de cumplir penas y salir de las cárceles.

El mismo informe, emitido por la Pastoral Católica Penitenciaria de Baní, indica que 70% de todos los presos del país consume algún tipo de droga o alcohol; y en ese desastre social constituido por las cárceles, el 50% de los reos duerme en el suelo en recintos ruinosos y superpoblados hasta el hacinamiento.

Permisividad, trato inhumano y ausencia casi total de oportunidad para integrarse a algún tipo de ocupación sana o aprendizaje de oficios, siguen haciendo del sistema penal dominicano una fragua que intensifica las conductas de agresión a la sociedad.

Obsérvese que el índice de recaída en el crimen (entre 70 y 75%) es considerablemente mayor entre los dominicanos que salen de penales de su propio país, que entre los dominicanos que por miles han estado siendo repatriados cada año tan pronto cumplen reclusión en los Estados Unidos.

La actuación delictiva de ex convictos de EU resulta estadísticamente poco perceptible en este medio, según atestigua la propia Policía Nacional.

¿Se necesita mayor prueba de la alarmante negatividad de las cárceles locales?

Reconocimiento

Las «Monjitas de Consuelo», que era como en sus comienzos las identificaban muchos petromacorisanos, siempre han sido un ejemplo de servicio a la comunidad. Abnegadas y laboriosas, hicieron posible que la educación llegase a niños atrapados en la pobreza, en las inmediaciones de factorías y plantaciones de caña de azúcar.

Gracias a las escuelas fundadas por sor Leonor Gibbs, una religiosa canadiense que renunció a las comodidades del Primer Mundo para hacer de la caridad bien entendida su objetivo principal en el Caribe, muchos ciudadanos de origen humilde rompieron las cadenas de la ignorancia en bateyes de la industria azucarera.

Esa labor se extendió después geográficamente para beneficio de esta nación.

Sor Leonor ha recibido un reconocimiento del Estado Dominicano a través de la Secretaría de Educación «por sus 47 años de entrega y correcto desempeño como educadora».

De su fecunda labor estará siempre agradecida esta sociedad, muy particularmente los integrantes de las comunidades que directamente más han recibido su pan de enseñanza.

OMSA

En el mosaico de opciones de transporte de la caótica ciudad de Santo Domingo, la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) juega un rol que ha ido de capa caída.

Se trata de una entidad ampliamente subsidiada por los contribuyentes que ha visto reducirse su flota activa y crecer sus «cementerios» de vehículos dañados.

Miles de ciudadanos de una activa vida económica o educativa, sienten que desaparece un medio económico para trasladarse entre sus centros de trabajo o docente y sus hogares.

Se admite que el transporte capitalino en general, con su fardo de precariedades e irracionalidades, debe ser estudiado y rediseñado con la vista puesta en una posible solución integral.

Pero en lo que eso llega, muchas personas de a pie necesitan que se mantenga una adecuada presencia de guaguas de la OMSA. Si el gobierno quiere «graduarse» para cosas más ambiciosas en materia de transporte, debe demostrar que puede hacerlo bien con el medio tradicional de viajar que le es propio y más elemental.

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