Semana Santa

Semana Santa

Con la llegada del Domingo de Ramos, el mundo cristiano entra en un período que debería estar dedicado al recogimiento y la meditación.

Los acontecimientos que definieron la vida de Jesús tuvieron como desenlace su crucifixión y muerte en la cruz, por decisión de quienes no asimilaban el peso de su prédica y la esencia de su mensaje.

Al margen, inclusive, de la inclinación o fe religiosa, una buena parte de la humanidad guarda un respeto solemne por estos días y los sucesos que se conmemoran en esta etapa del año.

Por eso, tiene mucho peso el pedido del arzobispo metropolitano de Santo Domingo, cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguerz, para que durante esta semana entre en receso el activismo político, a veces estridente y cargado de insultos y ofensas. Cristianos y no cristianos tienen derecho a guardar en paz estos días consagrados a conmemorar acontecimientos trascendentales que han sido punto de referencia ineludible en la historia de la humanidad.

Pero no solo debe cesar el activismo político en estos días. También debería producirse un cambio de mentalidad en la forma en que mucha gente aprovecha el asueto de la Semana Santa.

Es un contrasentido que en el período que debe predominar mayor paz y meditación, se arme tal desparpajo que haya necesidad de efectuar granders operativos para prevenir accidentes y preservar las vidas de quienes se entregan sin control a la parranda, el derroche y el desenfreno.

Hagamos, pues, en esta semana, un sano ejercicio de meditación. Pasemos balance a nuestras preocupaciones cotidianas y busquemos, en absoluta paz, sus orígenes y remedios inspirados en la fe y valiéndonos de nuestras mejores capacidades. No desperdiciemos tan bella oportunidad para hacerlo.

[b]Pillaje[/b]

La delincuencia ha intensificado en estos días el saqueo de propiedades públicas, como tapas de alcantarillas, tendido eléctrico, cables de semáforos, así como desmantelamiento de vallas publicitarias para robar sus materiales. Estas y otras acciones reñidas con la ley están a la orden del día.

Gentes que no se sabe bajo cuál amparo logran impunidad robaron veintitrés lámparas que iliminaban el puente Juan Bosch y lograron perforar una de sus aceras para extraer el tendido eléctrico, en una operación que sospechosamente no despertó suspicacias en ninguna autoridad.

Con la misma facilidad, los delincuentes han sustraído en muchas partes de la ciudad las tapas metálicas de filtrantes y cloacas, que están hechas de material ferroso muy apreciado en las fundiciones.

También han sido robados los cables de alimentación de semáforos importantes, lo que debe ser definido como otro de los ingredientes de descomposición social que nos están castigando en estos tiempos y a los cuales ninguna autoridad les pone freno.

Aspiramos a que sea investigada esta ola de pillaje y que tanto sus autores como los cómplices que les garantizan impunidad sean sometidos al rigor de lo que disponen las leyes.

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