Un viaje al epicentro de las violencias contra las mujeres

Un viaje al epicentro de las violencias contra las mujeres

La desigualdad económica, social y política es el centro de la violencia contra la mujer.

Wendy y Wander, nombres ficticios usados para preservar su intimidad, son dos hermanos que apenas se llevan un año de edad. Cuando nació el segundo, la vida de su madre peligró porque desde que se casaron, su esposo, ignorando su voluntad y capacidad de decisión, se negó a que ella usara algún método de planificación, por lo que desde que dio a luz a uno quedó embarazada de la otra. Como consecuencia tienen edades muy similares.

Sin embargo, pese a ser tan contemporáneos su educación y socialización fueron muy diferentes. Cuando estaban pequeños,  mientras a Wendy se le impedía llegar tarde a casa y tener novios, se le exigía participar de las labores domésticas y se le permitía llorar. Wander podía llegar a cualquier hora, no tenía que colaborar con la limpieza de la casa y desde los 10 años se le presionaba para que tuviera una noviecita. Eso sí, a él le estaba vetado llorar “porque era un hombrecito”.

De manera directa la realidad de Wendy, e indirectamente la de Wander, quedan expuestas con la frase “la mujer no nace, la mujer se hace”.  Con ella,  hace ya muchos años,  la escritora  y  feminista francesa Simone de Beauvoir nos advertía que las mujeres son  una construcción social pues desde que se conoce su sexo se comienza a otorgarles roles.

“El patriarcado, sistema social donde el patriarca (hombre) tiene el poder,  asignó desde tiempos remotos un género (rol) a un sexo y esos roles, en el caso de las mujeres, fueron orientados a lo privado, a la maternidad, al trabajo en el hogar y al cuidado del hogar y la familia; cercenando su soberanía como sujeto y limitando así, su desarrollo social, psíquico y económico”, dice María Fernanda López, abogada y activista de los derechos humanos.

De su lado, Jeanette Tineo, psicóloga y estudiosa del feminismo,  piensa que hay todo un sistema de permisos y prohibiciones en torno a los roles de hombres y mujeres y que  el mismo da lugar a un ordenamiento social en el que, por ejemplo, lo masculino es lo productivo y lo femenino lo reproductivo. Se educa para eso y hay toda una lógica institucional en ese sentido.

«En esa construcción se  le otorga más valor a las ideas y acciones que provienen de los hombres. Serán más poderosas si además de ser hombre es blanco y rico, pero, de acuerdo a esta lógica,  ante un hombre pobre y una mujer pobre, el hombre siempre tendrá más poder», explicó en el marco de un curso sobre feminismo.

 

División Sexual del Trabajo y de los Roles

Fuente: Curso Introducción al Feminismo, Oxfam 2013

 

Desigualdad y violencia forjada desde lo sociocultural y lo estructural. “La desigualdad entre hombres y mujeres, como propuesta sociocultural del patriarcado, y entre hombres y hombres, y mujeres y mujeres, también, es decir, el sexismo, clasismo, racismo, etc., es el origen de las violencias fundamentadas en el género, la clase, la etnia y otras diferencias entre las personas”, sostiene Susi Pola, destacada abogada y activista feminista.

Susi Pola, de Profamilia.

Susi Pola, de Profamilia.

La también coordinadora del proyecto de Derechos Sexuales y Reproductivos de Profamilia agrega que cuando se habla de violencia contra la mujer «se hace referencia a la que se ejecuta contra una persona por el hecho de ser mujer, considerándola como una ser humana de segunda y tercera categoría, a la que se puede cosificar y maltratar por “mandato natural”.

Efectivamente, si estudiamos el caso de Wendy y Wander veremos como en el seno familiar, desde muy temprano, hombres y mujeres de edad similar  son educados y formados de manera distinta. Esto se apoya en un ciclo de doble vía donde,  en una de las direcciones, podemos decir que la familia viene a ser la primera institución social en donde se reafirma la supremacía de lo masculino sobre lo femenino.

Lamentablemente , aquí, además de papá, mamá, por haber sido educada en esa misma lógica, reproduce ideas que apuntan a la desigualdad. Luego, el ciclo educativo formativo se sigue acentuando en espacios como las escuelas y los colegios. A la hora de actividades extracurriculares a Wendy y a sus amigas se les puso a realizar manualidades, se les enseñó a bordar , a coser y tomaron clases de cocina. Mientras que Wander y sus compañeros asistieron a clases de electrónica y mecánica.

El esquema sigue su curso  en  oficinas e instituciones. Los espacios laborales, por ejemplo, evidencian la diferenciación en la construcción social.  Como resultado, la mujer se ve expuesta a  discriminación y  subordinación de género que de acuerdo a Myrna Flores,  gerente del Programa de Género y Derechos de Profamilia, son en sí mismas expresiones de la violencia contra la mujer.

“En general, se manifiesta en menos oportunidades para puestos de dirección que los hombres y menor salario a pesar de tener iguales capacidades para ejercer los cargos. Se violan convenciones y tratados internacionales que como nación hemos firmado y ratificado, a pesar de que nuestra Constitución  establece que las «normas vigentes de convenios internacionales ratificados regirán en el ámbito interno, una vez publicados de manera oficial», dice.

Y Myrna tiene razón. Cuando Wendy y Wander entraron al mercado laboral la primera ocupó posiciones laborales de menor jerarquía y remuneración. Algunas de sus amigas tuvieron acceso a cargos más altos pero el salario, en comparación, era menor que el de los hombres.

 

Las mujeres dominicanas ganan menos que los hombres

Las mujeres dominicanas ganan menos que los hombres

 

De hecho, la monografía “Situación Laboral de las Mujeres en República Dominicana”, hecha por la  Oficina Nacional de Estadística (ONE), el año pasado, reveló que las mujeres dominicanas tienen un  ingreso promedio inferior al de los hombres en casi todas las categorías ocupacionales, sobre todo en aquellas en las que existe un mejor salario.

En su informe más reciente, correspondiente al año 2012, la Confederación Sindical Internacional (CSI) afirma que en promedio mundial la disparidad salarial es de un 18%, en perjuicio de las mujeres.

La ruta sigue su curso y  así llega a la súper estructura: el Estado y entonces el ciclo inicia nueva vez desde el mismo Estado con un conjunto de políticas que violentan y siembran inequidad y que van bajando hasta llegar a la familia y viceversa.

Maria Fernanda López

Maria Fernanda López

“Hay que tener en cuenta que el Estado, es el mayor agresor de las mujeres; pues el mismo no ha creado las políticas públicas necesarias que igualen la situación social de mujeres y hombres. Esta ausencia de políticas, es fomentar la violencia”, explica María Fernanda.

 Cuestionamiento de roles: caldo de cultivo para violencias físicas. Cuando Wendy se casó, de manera inconsciente, daba por bueno y válido, la «supremacía masculina» en lo doméstico, tal cual había visto en la relación de su padre y madre. Sin embargo, como a diferencia de su madre trabajaba, no se sentía cómoda al ver cómo su esposo llegaba del trabajo y se sentaba a ver el canal deportivo y ella debía atender a los niños y finiquitar las labores domésticas pendientes. En la casa de Wander  pasaba lo mismo pero a la inversa. El seguía una rutina similar a la del esposo de su hermana.

Fue así como Wendy se rebeló y entonces la violencia psicológica que desde hacía tiempo se manifestaba en su hogar llegó a la violencia física. Comenzó con estrellones de puertas y lanzamiento de objetos y siguió con golpes cada vez más y más severos, un círculo de la violencia del que ella pudo salir, gracias a que buscó ayuda profesional, pero que su hermano siguió reproduciendo.

 

Triángulo de la violencia, según Galtung.

Triángulo de la violencia, según Galtung.

 

En este sentido  la doctora Sheila Báez, quien además es feminista y egresada de la maestría en Genero y Desarrollo del INTEC, indica que como la mujer cada vez  está más preparada y empoderada, desafía el control masculino, por lo que el hombre se siente amenazado y  en muchos casos responde con violencia, una respuesta que, producto de la construcción social, ve como natural, está legitimizada y cuando sucede es invisibilizada.

No obstante, de ninguna manera se debe entender que por la mujer desafiar ese orden es la culpable.  Tarde o temprano, él o la oprimida reclamará su libertad porque después de todo la desigualdad es una construcción social, la igualdad es lo natural. Lo que sí es importante saber es que  esa construcción de roles desiguales e inequitativos es un caldo de cultivo para la violencia de género.

El qué hacer: desconstruir, reeducar y resignificar.  En el entendido de que el feminismo, como revolución silente que cuestiona la desigualdad de género, seguirá su lucha y cada vez serán más las mujeres que se resistan a participar de relaciones sociales que no sean equitativas, urge que la sociedad desconstruya el esquema tradicional machista que propicia violencias contra las mujeres.

En relación a esto Susi explica que como la violencia contra las mujeres es la manifestación de las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, en detrimento de estas últimas, y lo es en un sentido sociocultural general, es indispensable que se trabaje en la implementación de políticas públicas que desmonten la cultura patriarcal y machista, como propuesta social imperante.

VIDEO: Hay una violencia estructural contra las mujeres

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“Cuando hablamos de una política de desmonte socio cultural, nos referimos a cambios profundos, no imposibles, pero que necesitan un empuje político permanente y en este sentido, a partir de acciones positivas desde los sistemas legales y de salud que favorezcan a las mujeres, como actoras en desventaja”, dice.

Explica que esto implica esfuerzos individuales y sociales a los que hay que incorporar una perspectiva de género, es decir, una identificación de las desigualdades humanas, como base para la igualdad de oportunidades vitales, a mujeres y a hombres.

Ya antes había explicado a un medio de circulación nacional que un estudio de Profamilia, realizado del 2001 al 2002 , acerca del feminicidio, contiene entrevistas a una decena de feminicidas, que a la pregunta de por qué lo hicieron respondían con frases como «porque a un hombre no se le habla así o no se le hace eso», triste muestra de como la jerarquización  del sexo y de dominio son para muchos licencias para matar.

El cambio urge y debe ser ahora, en lo micro y en lo macro, en lo económico y en lo cultural, porque mientras no se haga así se construyen roles dañinos que propician las violencias contras las mujeres y que seguirán engrosando las fatídicas cifras de los feminicidios. !Que no muera una mujer más!

 

LAS CLAVES

¿Qué acciones podemos hacer a nivel individual y como sociedad para erradicar la violencia contra las mujeres?

Myrna Flores.

Myrna Flores.

Myrna hace las siguientes recomendaciones

  • Asumir el compromiso personal de actuar para detener la violencia contra las mujeres y las niñas y su erradicación de la cultura.
  • Propiciar programas de prevención de la violencia intrafamiliar y nuevas maneras de convivencia y resolución pacífica de conflictos.
  •  Definir y aplicar políticas para la prevención y la sanción del acoso laboral, psicológico y sexual.
  • En el ámbito escolar, estar vigilantes ante patrones de conducta que pueden llevar a actos violentos como el bulling; Fomentar la autoestima en niños y niñas y empoderar a las y los adolescentes.
  • Implementación de las normas y protocolos de atención en salud a la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar
  • Desde los diferentes estamentos del Estado: Garantizar recursos económicos para implementar las políticas públicas  para la prevención, atención y sanción de la violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar
  • Acciones de veeduría y realización de auditorías sociales desde la sociedad civil para vigilar, monitorear el cumplimiento de planes, programas, servicios, entre otros.

EL ZOOM

¿Qué se puede hacer desde los medios?

“Los medios de comunicación crean la agenda pública y por su carácter masivo deberían ser el instrumento por excelencia a utilizarse en la desconstrucción de los roles establecidos por el patriarcado”, dice María Fernanda.

En este sentido, Myrna considera importante cuidar el contenido visual y de texto de los mensajes que transmiten, evitando degradar y menospreciar a cualquier ser humano, así como aquellas expresiones agresivas contra la mujer sobre sus habilidades, capacidades, imagen, roles, desempeño, entre otras.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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