Naturaleza y Coronavirus
El impacto del coronavirus en la naturaleza
Desde su aparición a finales de 2019, la pandemia COVID-19 se ha extendido por todo el planeta, teniendo un impacto significativo no sólo en las poblaciones humanas, sino también en el mundo natural. Los bloqueos impuestos por las naciones para detener la propagación del virus dieron lugar a una disminución abrupta de la actividad humana que experimentó involuntariamente con el medio ambiente. Esta época de menor movilidad, menor actividad industrial y menor movimiento humano en zonas naturales nos dio una idea de lo rápido que puede sanar la naturaleza cuando no hay una presión humana constante sobre ella.
En particular, varios estudios y publicaciones de este periodo señalaron cambios notables en el medio ambiente. Numerosas metrópolis mundiales experimentaron mejoras en la calidad del aire, arroyos antes contaminados vieron aumentar la claridad del agua y, en la mayoría de los casos, se observó la entrada de fauna salvaje en las áreas metropolitanas.
Por ejemplo, en los primeros meses de la epidemia, la contaminación atmosférica en zonas como Nueva Delhi disminuyó drásticamente, lo que se tradujo en un cielo más luminoso y un notable descenso de las concentraciones de PM2,5. De forma similar, cuando cesó el tráfico de barcos, el cieno se asentó y la vida acuática volvió a ser visible en Venecia, las vías fluviales de Italia se volvieron más claras.
Estos hallazgos ponen de relieve los rápidos efectos que la actividad humana puede tener en el ecosistema y la posibilidad de que se produzcan cambios ecológicos rápidos en caso de que se libere esa presión. Aunque estas modificaciones fueron en su mayoría efímeras y no abordaron las causas profundas de los problemas medioambientales, son un importante recordatorio de lo resistente que es la naturaleza y de las ventajas de aplicar prácticas y leyes más respetuosas con el medio ambiente.
Así pues, la pandemia nos ha proporcionado nuevas e importantes perspectivas sobre cómo conciliar la actividad humana con el mundo natural, haciendo hincapié en la necesidad de políticas medioambientales integrales que protejan la Tierra y a sus habitantes.
La capacidad de recuperación de la naturaleza ante la COVID-19
La capacidad de los ecosistemas naturales para resistir perturbaciones, como las pandemias, es una prueba de los complejos equilibrios que se dan en la naturaleza. La pandemia de COVID-19, a pesar de ser principalmente un problema sanitario para los seres humanos, ha permitido comprender cómo los ecosistemas pueden mostrar resistencia y flexibilidad ante la disminución de la demanda humana.
La investigación ha mostrado, por ejemplo, cómo ciertas especies de fauna salvaje han ampliado sus áreas de distribución y han encontrado nuevos hogares en los entornos urbanos, más tranquilos y menos congestionados. Gracias a la actividad humana, se ha observado que animales como ciervos, coyotes e incluso la vida marina de las zonas costeras exploran lugares que antes evitaban.
Además, la pandemia ha llamado la atención sobre lo crucial que es la biodiversidad para la resiliencia de los ecosistemas. Los ecosistemas con una mayor biodiversidad son más capaces de soportar el estrés y recuperarse de las perturbaciones.
La forma en que ciertas regiones naturales se han adaptado a la falta de interferencia humana durante los cierres es indicativa de esta idea. Por ejemplo, en las regiones protegidas han disminuido las especies invasoras y se han recuperado las especies vegetales autóctonas, lo que ha dado lugar a ecosistemas más fuertes y sanos.
Beneficios inesperados para los espacios al aire libre
De forma no intencionada, la reacción mundial al brote de COVID-19 ha dado lugar a un resurgimiento del interés por los espacios al aire libre y el mundo natural. Las comunidades y las personas han recurrido a parques, jardines y entornos naturales para el ocio, el ejercicio y la comodidad como consecuencia de las limitaciones impuestas a las reuniones y actividades en espacios cerrados. Además de fomentar una relación más estrecha con la naturaleza, este cambio ha puesto de relieve lo importantes que son las zonas verdes de fácil acceso para el bienestar físico y emocional.
El diseño y la planificación paisajísticos están a la vanguardia del replanteamiento de los espacios al aire libre para satisfacer las demandas de una sociedad pospandémica. La necesidad de espacios al aire libre seguros para la interacción social ha dado lugar a soluciones de diseño creativas que hacen hincapié en la salud, la sostenibilidad y la adaptabilidad.
Para mejorar la biodiversidad y la salud ecológica, por ejemplo, las ciudades están ampliando sus vías verdes urbanas, aumentando el número de zonas peatonales e incorporando la naturaleza a sus espacios públicos. Estas modificaciones son el resultado de una comprensión más profunda de los efectos positivos que unas zonas al aire libre bien planificadas pueden tener sobre la resiliencia, el bienestar de la comunidad y la sostenibilidad medioambiental.
Retos y oportunidades para el diseño paisajístico
La pandemia ha obligado a los arquitectos paisajistas a reconsiderar su forma de desarrollar y gestionar lugares al aire libre para satisfacer las cambiantes preocupaciones sociales y medioambientales. Esto ha planteado tanto posibilidades como problemas para el sector. La necesidad de valorar los espacios exteriores para la comunidad, el ocio y la salud ha obligado a reevaluar los objetivos del diseño. Los paisajistas tienen ahora la responsabilidad de crear entornos que no sólo sean visualmente bellos, sino también seguros y adaptables a situaciones cambiantes.
Diseñar zonas que puedan ofrecer criterios de distancia social al tiempo que fomentan el contacto social y la conexión ha resultado ser uno de los principales problemas. Esto ha impulsado soluciones creativas, como los parques formados por piezas modulares que pueden reorganizarse para diversos fines o el uso de componentes orgánicos que dirigen tranquilamente la circulación y promueven lugares de encuentro seguros. También se está prestando más atención a la creación de zonas verdes que mejoren la biodiversidad, sostengan los ecosistemas regionales y ofrezcan ventajas medioambientales como la purificación del aire y la reducción del calor.
La necesidad de técnicas de diseño sólidas y sostenibles es cada vez mayor, lo que supone una oportunidad. Al incorporar conceptos ecológicos a los entornos urbanos, arquitectos paisajistas y diseñadores pueden crear zonas que beneficien tanto a las poblaciones humanas como al medio ambiente. El uso de plantas autóctonas, la instalación de sistemas de recogida de aguas pluviales y la creación de diseños que favorezcan los hábitats de la fauna silvestre son algunos ejemplos de ello. La epidemia ha llamado la atención sobre la importancia de estos procedimientos y la conexión entre la salud medioambiental y la humana.
Estrategias para mejorar los espacios al aire libre tras el coronavirus
La necesidad de realizar esfuerzos para mejorar los espacios al aire libre que satisfagan las necesidades y expectativas cambiantes de las comunidades es evidente a medida que superamos la epidemia. Esto implica ampliar el número de zonas verdes y, al mismo tiempo, asegurarse de que son inclusivas, accesibles y responden a las necesidades del vecindario. Una táctica para fomentar el sentimiento de pertenencia y de comunidad es crear zonas polivalentes que puedan albergar diversos actos y reuniones. Esto implica establecer zonas de ejercicio al aire libre, jardines comunitarios y lugares adaptables para eventos.
Mejorar la conexión entre zonas verdes, permitir corredores seguros y verdes que favorezcan el uso de la bicicleta y los desplazamientos a pie, reducir la dependencia del automóvil y fomentar un estilo de vida saludable son otras tácticas cruciales. Para ello, también es necesario garantizar que estas zonas estén abiertas a todos los miembros de la comunidad, eliminar los obstáculos a la entrada y avanzar hacia la equidad en el diseño urbano.
La mejora de los entornos al aire libre también puede beneficiarse de la incorporación de la tecnología. Por ejemplo, la iluminación inteligente puede hacer que los parques y los senderos sean más seguros por la noche, y las aplicaciones pueden dar información sobre eventos u ocupación de los parques, lo que puede ayudar al control de multitudes y a la seguridad.
