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1 peseta, 15 palabras
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1 peseta, 15 palabras

ADOLFO MONTALVO

Domingo, 7 de junio 2009, 04:19

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Bajo impresion vivisima que causa magnitud del exito exposicion [...]» Así comenzaba el telegrama que el 22 de mayo de 1909 el presidente del Gobierno Antonio Maura envió desde Valencia a Madrid al presidente del Senado Marcelo de Azcárraga, suegro de don Tomás Trenor.

En 1909 las telecomunicaciones estaban muy presentes entre los valencianos. De media se enviaban o recibían dos telegramas nacionales por habitante y año y un telegrama internacional por cada tres adultos. Un telegrama nacional de 15 palabras costaba 1 peseta. Y 50 céntimos los provinciales. ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Aunque seguro que entre nuestros bisabuelos y tatarabuelos alguno habría de los que se quejaban de que los telegramas no tenían acentos, ni distinción entre mayúsculas o minúsculas. Y para ahorrar palabras a veces se omitían preposiciones y artículos. ¡Vaya cosas!

Los telegramas eran fundamentales para el Ejército y el Gobierno, que tenían sus propias estaciones. Las empresas y los bancos se comunicaban la cotización y la producción de las materias primas y mercaderías. El comercio, la industria y la agricultura habían dado un salto desde que 50 años antes el telégrafo eléctrico se había desplegado por las principales ciudades de España. Las personas se comunicaban los acontecimientos más felices y los más tristes por telegrama. Hace un siglo en España existían 1.725 estaciones telegráficas, sin contar las oficiales.

También teníamos teléfonos por aquellos años. El primer aparato lo había traído desde París a Valencia Juan Solís en 1878, como gran primicia nacional. Y la primera línea de larga distancia en Valencia, entre Meliana y la calle Colón, la había instalado la empresa Mosaicos Nolla en 1883. Pero en telefonía tuvimos en España hasta 1924 un pequeño caos, con líneas privadas, múltiples redes urbanas aisladas operadas por concesionarios privados y una exigua red interurbana. La red urbana de Valencia tenía 1.088 abonados y además en la ciudad teníamos 180 estaciones telefónicas interurbanas. La mayoría de los ciudadanos no usaban el teléfono, a lo sumo lo hacían con un servicio que, en competencia con el servicio oficial de telégrafos, comercializaron las compañías telefónicas: los «telefonemas», que no eran otra cosa que mensajes dictados por teléfono a un operador al otro extremo que lo transcribía con bella caligrafía y que se entregaba al destinatario en su casa.

Los periódicos eran grandes usuarios de telegramas y crónicas telefónicas. Ya en 1866 LAS PROVINCIAS se suscribió a Crónicas Telegráficas de la Agencia Fabra. Y en 1867 recibía semanalmente correspondencia telegráfica privada desde París. Y también fue el primer periódico en tener teléfono propio. En 1909 eran ya herramientas básicas para los medios de comunicación. Así lo podemos ver en los diarios de la época: Crónica Telegráfica. Crónica Telefónica desde Madrid. Desde Barcelona. Desde Melilla durante el triste verano de 1909.

Aparatos de telégrafos los podemos ver en la exposición 'Valencia 1909', organizada por encargo del Ayuntamiento al periodista F. P. Puche y en la que ha colaborado, como otros valencianos, el ingeniero Vicente Miralles del Foro Histórico de las Telecomunicaciones junto con el autor de estas líneas. También podemos ver un maravilloso teléfono Ericsson BC2000 justo como el que tenían en el Palacio Real. Las crónicas de la época nos cuentan que en su visita a Valencia se instaló en Capitanía un teléfono para que «S. M. Alfonso XIII pudiera hablar con sus augustas esposa y madre».

Hoy en día usamos las telecomunicaciones para los negocios y todo tipo de comunicación personal. Hablamos desde cualquier rincón de nuestra geografía gracias a uno de los más de 50 millones de móviles que hay en España. Ya no tenemos que ir a un locutorio, ni tan siquiera a una cabina o a una línea fija para hablar con alguien. Ni es preciso pedir una conferencia a la operadora. Llamamos y ya está. Y también podemos poner un SMS o un correo electrónico, y podemos hacerlo desde el móvil. Cada vez más fácil y más barato. Yo mismo me asombro y eso que llevo años relacionado con las telecomunicaciones. Esta misma semana mi operador del móvil me ha ofrecido una nueva tarifa plana que me permite desde el móvil navegar por internet, escuchar música, enviar fotos ver vídeos y, por supuesto, escribir mensajes por correo electrónico. Todos los que quiera, con el aparato que llevo en mi bolsillo y desde cualquier punto de la geografía. He calculado que con mi tarifa mensual (12 euros, unas 2.000 pesetas) podría mandar tantos mensajes que equivalen a que por 1 peseta puedo enviar nada menos que 20.000 palabras. A cualquier parte del mundo y a una velocidad de vértigo. Este artículo tiene justas 900 palabras. Puedo enviar 25 textos como este por tan sólo 1 peseta.

Y esto no ha hecho más que empezar. Cambia la forma en que nos relacionamos, uno con uno, uno con muchos, muchos con uno. De forma síncrona o asíncrona. Con modelos que emulan formas de comunicación antiguas (telegramas, conversaciones uno a uno) o con nuevos modelos más conversacionales y naturales, eliminando las distancias. Nos comunicamos más que nunca. Leemos y escribimos muchísimo más que cualquier otra generación. También los más jóvenes, quienes además han inventado un lenguaje especial al escribir SMS para ahorrar caracteres. ¡Qué cosas!

En 100 años podemos apreciar avances inimaginables en telecomunicaciones. Los usos evolucionan pero en el fondo son los mismos: poner en comunicación, lo más precisa y rica en formatos, a las personas entre sí. En eso estamos.

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