Capítulo IX / Representación política siglo XIX
Bernardo Reyes y el intento de modernización del ejército mexicano,
1900-1902
Luis Ignacio Sánchez Rojas
IIH-UMSNH
264
Durante buena parte del siglo XIX, el ejército mexicano sufrió una serie de carencias que no
se resolvieron y que, incluso, enraizaron en la institución militar con el paso de los años. Estos problemas fueron heredados por el dilatado régimen de Poririo Díaz el cual, en lugar de
tratar de resolver dichas diicultades, pareció tratar de acentuarlas.
Los motivos para tales acciones sobraban: en primer lugar, el ejército había jugado
un importante papel como rector de los destinos políticos de México desde su emancipación
de España, lo que hizo suponer al presidente Díaz que, si el ejército continuaba fortalecido,
podría ser autor de algún golpe de estado que lo derrocara del poder.
En segundo lugar, su número de efectivos, que probablemente rebasó los 100 mil hombres al momento de la expulsión de los franceses en 1867, y que nuevamente se elevó con
motivo de las luchas durante la Revolución de Tuxtepec, resultó una pesada carga para el
tesoro nacional, exhausto a causa de las numerosas erogaciones que, para el sostenimiento
de la milicia, se habían estado haciendo, lo que afectó a otras ramas de la administración
pública que merecían una atención prioritaria, tales como la de Fomento, Hacienda, Gobernación, etc., cuyo fortalecimiento era indispensable para reactivar y desarrollar, después de
la guerra, los diversos sectores económicos del país, como la agricultura, el comercio y la
industria, paralizados hasta entonces por la inestabilidad reinante en la nación.
En tercer lugar, los numerosos caudillos y jefes militares regados por todo el país supusieron un serio obstáculo para una centralización efectiva del poder, un ingrediente indispensable si se quería la paciicación del país y su desarrollo económico, así como la atracción
de inversiones extranjeras.
Ante el panorama anterior, es fácil darnos cuenta del por qué don Poririo vio en el
ejército un peligro más que un instrumento fácilmente controlable, por lo que decidió debilitarle. Así, se desmovilizó a una buena cantidad de efectivos y cuerpos armados que habían
participado en la Revolución de Tuxtepec para encumbrarlo al poder, dejando al ejército con
unos 25 mil hombres, cifra que varió poco durante todo el régimen poririano.
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
Con esta reducción, además de debilitar al ejército numéricamente, también se lograba otro objetivo: el ahorro de dinero. Con una milicia poco numerosa, el erario nacional tendría que erogar menos recursos para su manutención, lo que signiicaría, a su vez, una mayor
cantidad de dinero para los otros ramos de la administración que necesitaban ser fortalecidos
para lograr un desarrollo económico: Fomento y Hacienda.
Con la cuestión de los caudillos y jefes militares que podían desaiar la autoridad de
Díaz, éste llevó a cabo lo que Bulnes deinió como la “nuliicación de los próceres bélicos”,
que no consistió más que en una serie de medidas políticas tomadas por Poririo Díaz para que
los caudillos regionales perdieran el mando de sus ejércitos, a cambio de una gubernatura
y la posibilidad de enriquecerse. De esta manera, al terminar el periodo de la gubernatura,
el caudillo quedaba sin fuerzas que mandar, “quedando sin más cargo que el de general en
cuartel, de un cuartel que no existía, o de divisionario sin división, encargado de estudiar
la inluencia del clima ruso en la caballería mexicana, por si algún día fuera necesario despacharla a Siberia”.1
Además de lo anterior, y a pesar de no estar sancionada por la ley, se permitió, durante
todo el periodo poririano, la “odiosa” práctica de la leva, es decir, la consignación forzosa de
individuos al ejército, lo que provocó que los cuarteles de la milicia nacional se encontrara
llena de hombres con una escasa o nula moral de combate, con una capacitación técnica
mínima, y con un muy exacerbado deseo por escapar, lo que redundó en un índice de deserción muy alto.2 Lo anterior, obviamente, hizo que los elementos combatientes del ejército se
encontraran bastante alejados de una mínima eicacia.3
La situación del ejército ya descrita se mantuvo durante toda la administración Porirista hasta el año de 1900, cuando el entonces Ministro de la Guerra, el general Felipe Berriozábal murió, dejando el cargo vacante.4 Ante tal circunstancia, el general Bernardo Reyes
fue elegido para ocupar tan alto puesto y, dados sus conocimientos de la milicia nacional, así
como su preocupación por el mejoramiento y digniicación del ejército, fue que vio la oportunidad de llevar a cabo algunas de sus ideas, ya expresadas en sus Conversaciones militares,
publicadas originalmente en 1879, y en su Ensayo sobre un nuevo sistema de reclutamiento
para el ejército y organización de la Guardia Nacional, publicado en 1885.
En dichos textos, el general Reyes se ocupó de los diversos problemas que el ejército
venía sufriendo desde que el país se había emancipado de la Corona Española, y que habían
1
BULNES, Verdadero, 1920, pp. 31-32. GUERRA, México, 1988, p. 215.
2
Según el general Bernardo Reyes, en un ensayo escrito por él en 1885, titulado Ensayo para un nuevo sistema de reclutamiento, la deserción llegaba a un 20%, REYES, Ensayo, 1885, p. 17.
3
RODRÍGUEZ, “Militarización”, 2000, p. 187-188.
4
El Diario del Hogar, 12 de enero de 1900, p. 1. El Imparcial, 9, 10 y 11 de enero de 1900, p. 1.
265
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
persistido hasta sus días. Hizo hincapié en el escaso espíritu de cuerpo, la deserción y la mala
organización que había sido la regla y no la excepción al interior de la vida militar, pero en lo
que puso especial énfasis fue en los graves problemas de la leva y la escasa educación de los
reclutas, que él creía habían permeado la vida militar profundamente y que, por lo mismo,
necesitaban ser corregidos.
Fue así como, cuando ocupó la titularidad de la Secretaría de Guerra el 25 de enero de
1900,5 Bernardo Reyes se avocó por el mejoramiento y digniicación del ejército, así como por
una mejor administración y una mayor economía, persiguiendo con irmeza los despilfarros y
los robos, inspirado siempre por el bien del ejército.6
Entre las primeras acciones que el nuevo y enérgico ministro de la guerra llevó a cabo,
fue la de mejorar y expandir el número de escuelas de tropa, las que habían sido instauradas
en 1898 por su antecesor, el general Felipe Berriozabal,7 pero a las que escasa atención se les
había hecho. Esta acción obedeció a que el general Reyes estuvo siempre convencido de que
la instrucción de los elementos del ejército era una de las armas más eicaces para imbuir,
especialmente en la tropa, los sentimientos del deber, patriotismo y abnegación que, según
él, debía de tener todo soldado, sin mencionar que de esta manera se elevaría la moral y el
sentimiento de cuerpo se fortalecería.8
Otra cuestión importante fue la de los sueldos, en especial la de los soldados, la clase
más sufrida de la milicia nacional. Reyes trató de mejorar la situación de esta parte del
ejército al aumentar sus haberes,9 con lo que buscaba incentivar el reclutamiento y hacer
disminuir la tasa de deserción.
Además de la mejora en los sueldos, el ministro de guerra se dio cuenta de que algunos individuos de tropa se “distinguían en el cumplimiento de sus deberes, así como por su
aplicación y espíritu militar”, por lo que se dispuso que dichos elementos pudieran ser promovidos a cabos o sargentos, lo que implicaba un gran avance en su condición militar.10 Esto
sirvió, nuevamente, como un estimulo para fustigar a los soldados a que se preparasen para
hacerse acreedores a estos reconocimientos y, por supuesto, para evitar que desertaran.
5 Reyes fue nombrado Secretario de Estado y del Despacho de Guerra y Marina el 24 de enero de 1900, y pasó a tomar posesión formal del cargo, el siguiente día, Diario Oicial, 26 de enero de 1900, p. 1. El Imparcial, 26 de enero de 1900, p. 1.
El Diario del Hogar, 26 de enero de 1900, p. 1.NIEMEYER, General, 1966, p. 101.
6 BENAVIDES, Bernardo, 2009, p. 239.
7 Archivo General de la Nación (AGN, en lo sucesivo), Memoria de Guerra, anexos, julio de 1906 a julio de 1908, p. 233.
8 REYES, Conversaciones, 1879, pp.21-27, 49-56, 65-73, 89-94.
9 El diario El Imparcial airmó que el aumento a la tropa alcanzó el 25%, El Imparcial, 3 de marzo de 1900, p. 1. Decreto
núm. 250, 2 de agosto de 1901, AGN, Memoria de Guerra, t. I (anexos), julio de 1901 a diciembre de 1902, Anexo núm. 3,
pp. 25-26.
266
10 Circular núm. 316, 11 de abril de 1902, AGN, Memoria de Guerra, t. I (anexos), julio de 1901 a diciembre de 1902, Anexo
núm. 6, p. 39.
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
De igual manera, se dotó de mejor armamento al ejército y se invirtió en investigaciones por mejorar los instrumentos bélicos existentes, como el cañón Saint Chamond-Mondragón11 y la carabina Mondragón.12 Durante este periodo, varias casas fabricantes de armas
surtieron a México,13 en especial la casa Krupp, de origen alemán, y la Saint Chamond, de origen francés. Sin mencionar los contratos hechos con diversos astilleros tanto estadounidenses
como italianos, para la construcción de buques de guerra.14 Lo anterior permitió al ejército
estar dotado de mejores herramientas y mejorar su adiestramiento en armas más modernas,
de las que México carecía hasta entonces.
No obstante lo anterior, la reforma más importante fue la de la Segunda Reserva, cuyo
propósito era sencillo: crear un cuerpo de voluntarios quienes reunieran ciertos requisitos
de instrucción, como los profesionistas o aquellos que ejercieran algún oicio que hubiese
exigido cierta educación, tales como artesanos, estudiantes, profesionistas, burócratas y
hacendados,15 es decir, se buscaba reunir e instruir a la naciente clase media mexicana, cuyos
miembros, al ser aceptados en la Segunda Reserva, recibirían el grado de subteniente y, si
lo deseaban, podrían enrolarse de manera permanente en el ejército federal con tan sólo un
ligero aumento en el conocimiento de ciertas materias. Se reunirían sólo un día por semana
(los domingos) a recibir instrucción militar, no serian llamados al servicio activo más que en
el caso de guerra extranjera, es decir, que no podrían ser llamados para combatir contra los
indios mayas o yaquis, ni contra gavillas de salteadores. Tendrían ciertas prerrogativas, tales
como vestir uniforme y —esto es importante—, no aparecer en las listas de reclutas que tendrían que ser enviados a servir en el ejército.
El objeto de esta Segunda Reserva era la capacitación de oiciales que pudieran mandar con éxito a un ejército de más de 70 mil hombres que, en el caso de guerra extranjera,
tendría que levantarse de manera inmediata. En este sentido y por las características mencionadas de los reservistas, podría considerarse a esta institución como formada por una élite
poseedora de cierta educación y deseosa de una mejora en la escala socio-económica.
De esta manera, el proyecto de creación de la Segunda Reserva fue presentado como un
estudio al Congreso y aprobado, con el apoyo de Poririo Díaz, el 31 de octubre de 1900.16 Un
mes más tarde, el 27 de noviembre, se expidió la circular número 284, que regulaba los uni11
El Imparcial, 23 de febrero, 23 de julio, 6 y 8 de agosto de 1900.
12
El Imparcial, 28 de junio de 1900, p. 1.
13
El Imparcial, 2 y 15 de abril, 11 de mayo y 25 de agosto de 1900. El Diario del Hogar, 13 de julio de 1900, p. 1.
14
Contrato de compraventa de dos cañoneros transportes, 10 de agosto de 1902, AGN, Memoria de Guerra, t. I (anexos),
julio de 1901 a diciembre de 1902, Anexo 111, pp. 375-384
Decreto núm. 257, 12 de marzo de 1902, AGN, Memoria de Guerra, t. I (anexos), julio de 1901 a diciembre de 1902, pp.
47-48. RODRÍGUEZ, “Militarización”, 2000, p. 188.
15
16
Boletín del Oicial Reservista, 28 de abril de 1901, p. 2. NIEMEYER, General, 1966, p. 103.
267
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
formes que habrían de vestir los oiciales reservistas, de acuerdo al arma al que pertenecieran (infantería o caballería).17
No fue sino hasta inicios de 1901, el 5 de febrero, que con la circular número 290 se
procedió a poner en conocimiento de las autoridades militares y políticas correspondientes,
el contenido del artículo 236 de la Ley Orgánica del Ejército Federal, que expresaba las
condiciones necesarias para que un ciudadano pudiese convertirse en oicial reservista, así
como sus obligaciones y derechos.
Para ser oicial reservista se precisaba ser mexicano, de 18 a 45 años de edad —aunque
los menores de 21 años tenían que exhibir un permiso escrito de sus padres o tutores—, demostrar buenas condiciones de salud y presentar un examen sobre un reducido número de
materias.18 Tras la aprobación, el aspirante quedaría inscrito en calidad de “reservista”, no
pudiendo ser llamado al servicio de las armas más que en los casos de “peligro para la Patria” y “guerra extranjera”, a la cual asistiría en calidad de oicial y no como simple soldado,
“como tiene la obligación de hacerlo todo ciudadano en semejante caso”.
Entre los beneicios que podrían obtener aquellos que formaran parte de esta Segunda
Reserva, se encontraban el del derecho a gozar de las consideraciones y privilegios inherentes
a su jerarquía militar en todo tiempo, así como usar un uniforme especial y, si lo deseaban,
causar alta en el ejército activo con tan sólo una ligera ampliación de conocimientos respecto
al servicio militar. Además, serían juzgados por la ley marcial sólo al encontrarse en servicio
activo. Si portaban el uniforme, debían “conducirse con corrección y ser corteses con los
jefes y oiciales de mayor categoría”.19
Como puede verse, los atractivos para unirse a la Segunda Reserva eran bastante
grandes ya que, aunque no se mencionan sueldos —los que seguramente aplicarían sólo durante el servicio activo—, sí auguraban el inicio de una mejoría en el ámbito socio-económico
para cualquier nuevo aspirante que estuviera dispuesto a seguir la carrera de las armas,
además del prestigio de ser un oicial y portar un uniforme.
Otro punto debe tenerse en cuenta. A inicios del siglo XX y debido a la política de creación de escuelas y expansión de la educación, así como por la estabilidad que se vivía en el
país, un nuevo y deseado sector social había surgido: la clase media. No obstante, este sector
Circular núm. 284 de 27 de noviembre de 1900, irmada por el Ministro de la Guerra, Bernardo Reyes, al Gobernador de
Veracruz, Teodoro A. Dehesa, Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV, en los sucesivo), Secretaria General de Gobierno (SGG, en lo sucesivo), Gobernación y Justicia (GJ, en lo sucesivo), Guerra y Marina, Correspondencia, Xalapa, 1900, c.
48, f. s/n.
17
18
Ordenanza: lo relativo a obligaciones y órdenes generales; Táctica: hasta la instrucción del Escuadrón de Caballería, de
la Compañía de Infantería; Elementos de Fortiicación; Topografía y Geografía, Circular núm. 290 de 5 de febrero de 1901,
irmada por el Ministro de la Guerra, Bernardo Reyes, al Gobernador de Veracruz, Teodoro A. Dehesa, AGEV-SGG-GJ, Guerra
y Marina, Correspondencia, Xalapa, 1901, c. 48, f. s/n.
Circular núm. 290 de 5 de febrero de 1901, irmada por el Ministro de la Guerra, Bernardo Reyes, al Gobernador de Veracruz, Teodoro A. Dehesa AGEV-SGG-GJ, Guerra y Marina, Correspondencia, Xalapa, 1901, c. 48, f. s/n.
19
268
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
se encontró con insuperables diicultades para progresar en los ámbitos políticos y administrativos debido a la férrea cerrazón de dichos círculos, originada por la política centralista
del régimen, que basaba la asignación de puestos burocráticos, políticos, etc., en virtud de
las relaciones que el individuo aspirante —y su familia— tuviesen con las altas esferas sociales, detentadoras del poder. Por tal motivo, cuando se abrió la posibilidad, con la Segunda
Reserva, de escalar puestos en la jerarquía militar, esta emergente clase media se sintió
bastante motivada a hacerlo y, como parece haber sucedido, no dudó en llevar a cabo dicha
tarea.
Además, se efectúo un amplio movimiento de propaganda para dar a conocer e invitar
a los interesados a unirse a la Segunda Reserva, para este efecto, se formó una junta central
en la ciudad de México, cuyo objeto fue impulsar la creación de círculos pro-reservistas en las
capitales y municipios de los estados de la República. La junta central estuvo compuesta por
Antonio Ramos Pedrueza (quien tuvo, según Niemeyer, la idea original acerca de la Segunda
Reserva) como presidente, y a Francisco Martínez López, A. Maldonado, R. Lozano Saldaña,
Alonso Rodríguez Miramón y Fidencio Hernández, como miembros de la comisión de propaganda.20
Junto con la inauguración de estos círculos, se comenzó a editar el Boletín del Oicial Reservista, publicación “eventual” y gratuita, que fungió como el “órgano del Círculo
de Propaganda de la Institución de Oiciales Reservistas”. Su función era la de recopilar y
tener a mano las disposiciones y circulares “emanadas de la Secretaria de Guerra y Marina
y referentes a la Institución de la Segunda Reserva”. El precitado boletín se encontraba dirigido, principalmente, a la “juventud ilustrada del país”, cuyo deber era, según la misma
publicación, la de “igurar en la primera línea en el futuro Cuerpo de Oiciales Reservistas”.21
El primer número se publicó el 28 de abril de 1901 y, entre otras cosas, incluyó las circulares
y disposiciones que dieron vida a esta institución, así como ciertas consideraciones sobre su
importancia y relexiones en cuanto a lo benéico de su implantación.
Esta reforma tuvo además una importante virtud: la de ser barata, pues se apeló al
bajo costo que la oicialidad reservista habría de tener, y a los sentimientos patrióticos que
todo ciudadano de conocida reputación y clase social debía de mostrar, los cuales servirían
de ejemplo a sus connacionales.22
El éxito de don Bernardo en la gestión de su ministerio fue contundente. José R. del
Circulo de Propaganda de la Institución de Oiciales Reservistas, AGEV-SGG-GJ, Guerra y Marina, Correspondencia, Xalapa,
marzo de 1901, c.48, f. s/n.
20
Boletín del Oicial Reservista, año 1 núm. 1, 28 de abril de 1901, p. 1, AGEV-SGG-GJ, Guerra y Marina, Correspondencia,
Xalapa, c. 48, f. s/n. Sus responsables fueron el Lic. Antonio Ramos Pedrueza, como director, y los licenciados Alonso Rodríguez Miramón, Francisco Martínez López, Rafael Lozano Saldaña y Fidencio Hernández, como redactores.
21
Junta Central de Oiciales Reservistas, al gobernador Teodoro A. Dehesa, febrero de 1901, AGEV-SGG-GJ, Guerra y Marina,
Correspondencia, Xalapa, febrero de 1901, c. 48, f. s/n.
22
269
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
Castillo, un escritor cercano a los acontecimientos dijo que, durante el servicio del general
Reyes, “el ejército fue uniformado, alimentado, organizado, disciplinado, instruido y moralizado como tenía que serlo”.23 Parte de ese éxito lo debió a la Segunda Reserva, que fue
tan bien aceptada por la sociedad mexicana que, para ines de 1902, había 210 unidades de
reservistas en toda la República, compuestas de 30,433 hombres recibiendo entrenamiento.
Incluso estudiantes menores de edad se sintieron atraídos y solicitaron entrenamiento.24
Sin embargo, fue este éxito el que acarreó a Reyes toda una serie de problemas y
acusaciones en su contra. El llamado grupo “cientíico”, al darse cuenta de la amenaza que
signiicaba el poder e inluencia del enérgico Ministro de Guerra, y del uso “incorrecto” que
podía dar al ejército y a la Segunda Reserva para elevarlo a la presidencia de la República,
decidieron quitarle del camino e iniciaron una dura guerra “sucia” en su contra.
Los críticos de la oicialidad reservista decían de ésta que era una “maniobra teatral”,
“una organización pretenciosamente ‘creada para preparar al país contra la guerra extranjera, pero que no era más que un arma política’ que habría de ser usada por el general Reyes
para elevarse a sí mismo a la primera magistratura del país”. El mismo ministro de Hacienda,
José Yves Limantour —quien era considerado el jefe de los “cientíicos”—, se refería a la
Segunda Reserva “como ‘un ejército puramente reyista’ que en un futuro serviría a don Bernardo para provocar una revolución, siendo, como eran, todos los instructores partidarios de
Reyes”.25
A su vez, el periódico Regeneración dio la voz de alarma a los jóvenes que se habían
inscrito como reservistas o que tenían el deseo de hacerlo pues —aseveraba el diario— “corrían el grave peligro de servir de escalón para que el Gral. Reyes pueda llegar al logro de sus
ambiciones políticas”, debido a que, según el mismo diario, el reservismo no era “más que
un pretexto para encumbrar al General Reyes a la dignidad de Presidente de la República”.
Se trataba pues, según Regeneración, de la creación de un partido —el reyismo— con un plan
de acción y un objetivo político bien deinidos.26
Lo anterior, junto con otro tipo de cuestiones, como su severidad y cierto autoritarismo, además del enfrentamiento con los cientíicos, resultó en su renuncia como ministro
de Guerra en diciembre de 1902.
Poco después de la renuncia de Reyes al Ministerio de Guerra, Díaz, mediante un de23
BENAVIDES, Bernardo, 2009, p.240.
Enrique C. Rébsamen, director de la Escuela Normal del Estado de Veracruz-Llave, a Teodoro A. Dehesa, Gobernador del
Estado de Veracruz, Xalapa, marzo 4 de 1901, AGEV-SGG-GJ, Guerra y Marina, Correspondencia, Xalapa, c. 48, f. s/n. Los
alumnos hicieron llegar sus peticiones al gobernador por conducto del director de la Escuela Normal —quien apoyaba el
proyecto de sus alumnos, y así lo expresó en la misiva.
24
25
270
NIEMEYER, General, 1966, p. 106.
Regeneración, “A los jóvenes reservistas”, México, 15 de agosto de 1902, p. 12, año II, 1ª Época, Tomo II, núm. 50, Archivo Electrónico Ricardo Flores Magón (AERFM, en lo sucesivo).
26
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
creto, disolvió la Segunda Reserva y, con ella, la posibilidad de reformar las antiguas y viciosas prácticas por las que se había distinguido no sólo el ejército, sino las fuerzas armadas en
general, lo que ocasionó que persistieran los abusos, la corrupción y la baja moral en dichos
cuerpos, así como la inconformidad y descontento de la sociedad en general que, inalmente,
era la que resentía las políticas de manga ancha de las que hacían un constante uso los elementos coactivos del régimen.
Así terminó el intento de modernización del ejército mexicano.
Fuentes y referencias
Archivos
AERFM
Archivo Electrónico Ricardo Flores Magón
AGEV
AGN
CD-UANL
http://www.archivomagon.net/
Archivo General del Estado de Veracruz
Archivo General de la Nación
Colección Digital – Universidad Autónoma de Nuevo León
http://cd.dgb.uanl.mx/
Diarios
Diario Oicial del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos (Ciudad de México)
El Imparcial (Ciudad de México)
El Diario del Hogar (Ciudad de México)
Regeneración (Ciudad de México)
Revistas
Boletín del Oicial Reservista (Ciudad de México)
Bibliografía
BENAVIDES HINOJOSA, Artemio
Bernardo Reyes, un liberal porirista, Tusquets, México, 2009, 380 pp.
271
Capítulo IX / Representación política siglo XIX
BULNES, Francisco
El verdadero Díaz y la revolución, Editorial Eusebio Gómez de la Fuente, México, 1920, 430
pp.
GUERRA, François-Xavier
México: Del Antiguo Régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, 2
vols.
Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina, presentada al Congreso de la Unión por el secretario del ramo, General de División Bernardo Reyes, comprende
del 1º de julio de 1901 al 31 de diciembre de 1902, (Anexos) Tomo I, Topografía de la Oicina
Impresora de Estampillas, Palacio Nacional, México, 1903.
Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina, presentada al Congreso de la Unión por el secretario del ramo, General de División Manuel González Cosío,
comprende del 1º de julio de 1906 al 15 de julio de 1908, (Anexos), Talleres del Departamento
de Estado Mayor, Palacio Nacional, México, 1909.
NIEMEYER Jr., Eberhardt Victor
El General Bernardo Reyes, Gobierno del estado de Nuevo León, Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Nuevo León, Monterrey, México, 1966, 261 pp.
REYES, Bernardo
Conversaciones militares escritas para las academias del 6º regimiento de caballería permanente, por el jefe del mismo, coronel C. Bernardo Reyes, San Luis Potosí, 1879, 3ª ed.,
corregida por el autor, 1886, Imprenta del Gobierno en Palacio, a cargo de Viviano Flores,
Monterrey, México, 92 pp.
Ensayo sobre un nuevo sistema de reclutamiento para el ejército y organización de la Guardia Nacional, Imprenta de Dávalos, San Luis Potosí, México, 1885, 81 pp.
RODRÍGUEZ KURI, Ariel, y, TERRONES, María Eugenia
“Militarización, guerra y geopolítica: el caso de la ciudad de México en la Revolución”, en
Relaciones, revista de estudios de historia y sociedad, núm. 84, otoño 2000, vol. XXI, El Colegio de Michoacán, México, 2000, pp. 175-224.
272